Esta es una regla un poco difícil de digerir, pero no solo
implica comer lo que uno quiera sino comer SOLO lo que uno quiera. Te levantas
y te imaginas un helado de chocolate? Ve
por él! Quieres almorzar con galletas y leche, ¿por qué no?
Para poder hacer este paso hay dos cosas que se debe hacer
primero
1.
Acabar con
la moralidad de la comida: entender que no hay bueno ni malo en las
comidas. Yo sé que esto es difícil de imaginar, para mí también lo ha sido,
pues tengo una acumulación de ideas de la comida que es buena y la que es mala,
no solo desde una perspectiva, sino desde varias: según la dieta Dukan, según
una visión de la medicina ayurveda, según Weight Watchers, según las dietas disociadas, según la visiones de nutrición ortodoxa pero también
heterodoxa. No les miento cuando les digo que yo tengo un doctorado ad honoremen
alimentación. solo en forma de anécdotas les cuento que mi novio decidió (bajo mi presión y hostigamiento) visitar a una nutricionista para que lo ayudara a bajar de peso porque su novia todo el tiempo le decía que comía como un puerco y que debía ponerse a dieta. luego de un mes mi novio no volvió a la nutricionista. cuándo le pregunté por qué, me dijo que para qué si yo sabía más de nutrición que su doctora, yo la verdad es que no dudo que yo haya leído más libros de nutrición que una nutricionista, por eso les digo que si yo he podido dejar de pensar en comida “buena” y
comida “mala” y he igualado moralmente a una lechuga con unas papas fritas, CUALQUIER persona de este mundo lo puede lograr.
2.
Hacer las
paces con la comida: éste paso consiste en hacer una lista de las comidas “difíciles”,
aquellas con las que siempre sueñas cuando estás en dietas y a las que acudes
un día antes de empezar una nueva dieta y con la que dañas y destrozas la
dieta. Pueden ser dulces, chocolates, frituras, lo que sea! Bueno, ya que has
identificado estas comidas ve y compralas y guárdalas en tu casa. Cómo ya has
hecho el proceso de acabar con la moralidad de las comidas, comprar y almacenar
esta comida de festín no debería ser moralmente diferente a haber comprado
cabezas de repollo. La idea de este paso es que tu psiquis y tu cuerpo entienda
que esta comida ya no es prohibida y que incluso puedes comerla cada vez que tú
quieras, que ahí está y ahí va a estar y que no estás en hambruna ni hay nada
que te impida comerlas. Incluso puedo pronosticar que por una o dos semanas
comerás de esta lista de comidas más de lo normal, adelante, come y ve y compra
más. A mí me pasó y a la autora Geneen Roth, autora famosa sobre este estilo de
vida, cuenta que su primera semana de no dieta solo comió galletas y masas de
galleta cruda, así de simple, de desayuno, de almuerzo y de cena. yo, como
pueden ver en el diario, comí cereal y chocolate casi todos los días. Hoy,
aunque tengo una caja de ese cereal delicioso en mi alacena, no se me ha
antojado comerlo y por lo tanto no lo he comido. Poco a poco iras haciendo las
paces con todos los alimentos y verás cómo en algún momento te das cuenta que
solo galletas/helados/pasteles no te satisfacen, empezarás a sentir que algún
día soleado quieres un tomate con sal y pimienta.
La regla de comer SOLO lo que uno quiera tiene solo dos
restricciones: La primera es que debes comer por hambre física, por nada más. Si
tienes hambre en la mañana y quieres comer cucharadas de Nutella de desayuno,
adelante! Pero solo si tienes hambre física, no hambre emocional. Si no tienes
hambre espérate a tener hambre y comete tus cucharadas de Nutella. La otra
regla es que solo puedes comer alimentos “zumbido” y no los “alimentos que te
hacen señas”. Ésta es una distinción que
hace Geenen Roth y que me parece fascinante hay unos “antijitos” que vienen de
adentro del cuerpo, tu cuerpo te los pide, estos son los que Geneen llama
alimentos “zumbido”. El típico ejemplo un día lluvioso sentir la necesidad de
algo caliente, grasoso, dulce, algo así como…un chocolate caliente J! En este caso, si
tienes hambre puedes tomarte un chocolate caliente, con nata si te apetece. Hay
otros alimentos, los que “te hacen señas” que te apetecen solo porque los viste
en la calle, es decir, tu cuerpo no te los pidió, simplemente estabas caminando
por la avenida y te llegó un olor a pan fresco que te hizo señas y te dijo:
ven, ven. Cuando te sientas atraída por
estos alimentos, no los sigas, si tu cuerpo no te los pidió antes de que sintieras
el olor a pan, es probable que tu cuerpo no lo necesite y no vas a sentirte
nunca satisfech@ de comerlo. Sigue adelante, si mañana tu cuerpo te pide ese
mismo pan caliente, ve por él, pero que no sea el verlo ahí lo que te lleve a
él. Esta diferencia entre la comida “zumbido” y la comida “que te llama” me ha
sido sumamente útil. Cuando empecé este proceso compré mucho chocolate y lo
puse encima de la mesa de la cocina. Algunas veces iba a la cocina pensando en
comer algo, porque tenía hambre y cuando veía el chocolate pensaba que si, que
quería chocolate, y lo comía. Ahora sé que el chocolate lo debí haber guardado
en la alacena o en algún lugar guardado, para que cuando yo tenga antojito
pueda acceder a él, pero no donde lo vea todo el tiempo.